¡Ja, que despiertas...!Alim de Mostaganem escribió: ↑04 Oct 2019, 15:33Por primera vez en no sé cuántos días, duermo una noche entera, del tirón, sin sueños. No me despierto hasta primera hora de la tarde siguiente...
Una vez pones el pie en el suelo desde tu catre, te das cuenta de que lo que estás pisando no es el ladrillo de Piedrahundida. Es algo más orgánico, más pegajoso y cálido. Las paredes, el techo y el suelo son de un color rojo, palpitante, y escuchas de fondo lo que parece ser un latido. La poca iluminación surge de unos pólipos de forma fálica que emergen de las paredes con longitud irregular. Caminas completamente desconcertado hacia dónde se encuentra la puerta, pero lo que hay en su lugar es una membrana dérmica semitransparente y rosada, que se rasga en cuanto la tocas con la mano. La sustancia, pegajosa y maloliente, se impregna en tu piel y no se separa, por mucho que tires.
Entras en pánico. Empiezas a correr por el pasillo en dirección a la salida, pero el lugar parece corromperse a medida que avanzas más y más. Después de atravesar más membranas similares, llegas a la balconada principal, desde dónde se ve el pueblo de Piedrahundida en todo su esplendor, de no ser por el tono rojizo y nocturno que presenta el cielo.
Pero hay algo perturbador: una figura humanoide gigante se abre paso a través de los edificios. Cuando tus ojos se adaptan a la incomprensible oscuridad carmesí, te das cuenta de que la criatura enorme está completamente desnuda y está dotada con un miembro reproducto de proporciones obscenas, que destroza edificaciones a medida que se acerca hacia la fortaleza. En el momento en el que está a un par de pasos de dónde estás ubicado, el ser se agacha para mirarte concienzudamente... pero no tiene ojos. ¡No tiene globos oculares, están cubiertos por piel cosida a su cráneo! Sonríe maliciosamente y se yergue, mientras su falo se erecta. Es una visión repugnante y horrorosa, que te hace vomitar lo poco que habías comido.
A tus pies hay un charco de vómito blanquecino, repleto de pequeños renacuajos negros que mueven sus colas a toda velocidad, intentando encontrar una poza que no existe, y por encima de tu cabeza hay un descomunal pene que está a punto de utilizar tu Fortaleza como compañera inesperada. Reaccionas a tiempo para intentar huir, pero el glande atraviesa enseguida la balconada y parte del pasillo que la precede. Todo lo de tu alrededor se desmorona mientras el monstruoso pene arremete con violencia Piedrahundida.
Sin lugar al que huir, te das completamente por vencido y el demonio alcanza el clímax, asfixiándote en sus repulsivos y blasfemos fluídos. Te despiertas, es mediatarde. Tu ropa está manchada por la parte de la entrepierna y hay una botella de vino nidamorense en tu mesa. ¿Cómo te encuentras, Alim?