Vamos con la escena en
Reposo de Gaaladar, el comienzo de la festividad del duelo y lo que ocurrirá con el honor de los
Orovecchio y los
Leone contra el orgullo de los
Buelhorn.
Enyra Petreius wrote: 21 Oct 2019, 19:23
— [...] Y una cosa más, mi señora, todo el consejo va al Reposo. Del único que no sé nada es de Abelio.
En este caso,
Alessia no podría estar más equivocada. Los que han ido hacia
Reposo de Gaaladar han sido
Drake —por razones obvias— y
Fabrizio .
Gerad se ha quedado en
Villa Musgosa para ayudar a los
Leone y sus vasallos a establecerse,
Leezar se ha quedado en la biblioteca preparándose para
Mogg-Shattoth y
Alim y
Abelio se encuentran en paradero desconocido. Por lo tanto,
Enyra se queda vigilando
Piedrahundida como
Blasón de la familia, y deja a su subordinada la tarea de proteger a las tropas de los
Orovecchio en territorio neutral.
La presenia de
Uragana es muy molesta para la comitiva. Supuestamente está buscando a
Alim, que esperaba que estuviese en la caravana disfrazado de algún sirviente, pero no ha sido así.
Fabrizio declara que no hay tiempo para tonterías y solicita a
Lisandra, su sirvienta, que se encargue de tranquilizar a la histérica chiquilla. Durante el resto del viaje no vuelve a incordiar.
La nueva inquisidora
Starkvind wrote: 11 Oct 2019, 03:00
¿Qué familias nobles han venido a asistir al duelo?
Además del nuevo juez que el Tribunal de Beslitz ha tenido que enviar... ¿hay algún miembro más de las Cámaras de Varlyna?
¿Qué opina Drake cuando vea a sus conciudadanos vestir ropajes amarillos, como bandas, túnicas o jubones tintados de dicho color?
¿Qué aspecto tiene Neurustho Forneustone? ¿Cómo es y qué actitud tiene ante lo que está pasando?
Ya que no se han podido contestar a estas preguntas, procedo a comunicar que el duelo entre
Drake Orovecchio y
Josah Buelhorn va a ser presenciado por
Lalo Achgate, primo segundo del
Emperador Janus Achgate II, y su familia. Considerado la oveja negra de la familia imperial,
Lalo es un incompetente con demasiado oro y una posición importante. Obviamente, se ha sumado al grupo de la inquisición sin permiso alguno, pero debido a su estatus no han podido impedírselo. La inquisidora
Tyagha Lorend, una fanática de
Ylathia, dirigirá el duelo en sustitución de
Rewill Borney.
Con cara de pocos amigos, esta veterana de varias guerras y luchas a sus espaldas, está bastante quemada por la presencia de
Lalo, y será asquerosamente borde y desagradable tanto con nobles como vasallos. Le acompaña un pelotón de templarios malasthinos, equipados con armamento de calidad, para proteger a su señora del destino que se llevó a
Borney.
Claramente, los rumores han llegado a la capital y se comenta que los
Orovecchio han tenido algo que ver en la escabrosa muerte del inquisiador
Borney. Pero para la inquisidora
Lorend no hay nada que temer: ella se ha enfrentado incluso con engendros rasmálicos.
La noche tras la llegada
La noche transcurre sin incidente alguno, aunque
Alessia se encarga de que varios de sus hombres se queden de guardia continua y vigilando posibles amenazas. La rusalka
Scheziss se ha ofrecido a bendecir el cuerpo de
Drake con su magia chamánica, pero queda en manos del duelista decidir si lo acepta o no.
Fabrizio se ha quedado con la habitación más grande, en la que duerme él solo. Su servicio más directo, sus pajes,
Lisandra y
Scheziss, duermen apelotonados en la habitación adyacente; Drake duerme en la próxima, mientras que el resto de la comitiva se reparte entre las cuadras y el salón de la posada. El duelo será celebrado tras los primeros rayos de
Kaeduin, así que asumo que
Drake poco dormirá esa noche, estresado y preparado a tope. Pero cuando se despierte, o abra los ojos antes de caminar hacia el coliseo dónde se jugará su vida contra
Josah, notará un olor repugnante y familiar: sangre recién manada. Un olor metálico que se impregna en sus fosas nasales, antes de desvanecerse y ser sustituido por la peste común de una posada de pueblo.
Momentos previos al duelo
Los
Orovecchio son los primeros en llegar al anfiteatro de
Gaaladar.
Jiggalen Pamphilos les recibe con su escolta personal y dos escarífices aprendices que van a bendecir el duelo. El lugar es enorme: las gradas de mármol se extienden hacia el cielo hasta alcanzar los cinco pisos de altura. El suelo está lleno de arena, pero se ha colocado el
Blasón de los Orovecchio en la orientación por la que emerge el sol. El pendón ondea con la suave brisa de la mañana, que amenaza con un día caluroso. Las nubes avanzan pesadamente por el cielo púrpura, previo al amanecer, cuando se escucha llegar a la comitiva de los
Buelhorn. El escudo de la familia, mostrando orgullosos un semental de las llanuras de
Idum Dael, se planta al lado contrario del
yarica de los
Orovecchio.
Josah Buelhorn, equipado con su armadura de diamante carmesí, desciende de su montura
Trotacráneos, y desenvaina su arma predilecta: la partesana hermana de «Lamento del arroyo», «Sol negro».
Dedica una sonrisa socarrona a su viejo amigo, ahora enemigo,
Fabrizio Orovecchio.
— ¡Es tu momento,
Fabrizio! — le señala con la partesana. — No metas a tu hermano el tuerto en un problema. ¡Ven tú!
Fabrizio rechina los dientes y está a punto de entrar en la trifulca, pero la presencia de
Scheziss le calma. La rusalka le susurra algo en la oreja y el líder de la familia responde a la bravuconada de
Josah con un escupitajo. El ejército de los
Buelhorn llega detrás de su líder: un escuadrón amplio de jinetes y soldados, todos luciendo orgullosos el emblema de la familia. Se ubican en la grada contraria, siguiendo las instrucciones de uno de los pajes de los
Forneustone. No se ve a
Paulina por ninguna parte.
Fabrizio, que sospechaba esto, ha hecho que
Lisandra se quede junto con un par de soldados y
Uragana, en la taberna.
Alessia no ha estado de acuerdo, pero se lo ha exigido su líder.
El resto de asistentes llegan al anfiteatro una media hora antes de que amanezca:
Neurustho Forneustone y su esposa, su guardia personal —todos blandiendo el escudo de la familia—, la ruidosa familia de
Lalo Achgate y el séquito de la inquisidora
Lorend. Una vez que todos los asistentes se encuentran presentes,
Tyagha Lorend manda callar a todo el anfiteatro con una voz profunda y rasgada. El duelo va a comenzar.